sábado, 15 de noviembre de 2008

El Aratz.... ¡qué pasada!


  • DURACIÓN: 6 horas y 45 minutos ida y vuelta
  • TIEMPO: Soleado, hacía calor, yo fui sin ropa
  • MEDIO: El principio por pista, lugo hayedo y al final piedras de esas que te destrozan las almohadillas.
  • DUREZA: La primera parte durilla porque sube muy rápido, y la última también porque tiene bastante pendiente.
  • CUMBRE: Preciosa, vaya vistas
  • CAZA: No ví ninguna presa en especial.
  • PUNTOS DE AGUA: la famosa fuente de Iturriotz a medio camino.
RUTA:
Salimos desde el pueblo de Araia (Álava), por el lado izquiero de una fábrica abandonada. Los perros que trabajaban allí de guardas me dijeron con sus ladridos: -" otra perra dominguera, te vas a cagar, a ver cómo llegas a la vuelta"-. Yo no les contesté y comencé mi excursión CUESTA ARRIBA. Al empezar a subir sin previo calentamiento de patas me costó bastante.

Después de la fuerte subida por pista por fin llegué machacada a una fuente. ¡Qué sed tenía!. Bebí un poco de agua y nos quedamos una rato ahí a la sombrita descansando.


Tras el descanso me recuperé y pude disfrutar del precioso hayedo que atravesamos corriendo de un lado para otro. Tras un buen rato de subida llegamos a una gran campa desde la que ya se podía ver el Aratz.

Elena dijo de parar para echarse el cigarro merecido y qué bien porque aprovechó para darme de comer, menos mal porque me tenía la tía sin desayunar, imagináos qué hambre, devoré todo el pienso.

Ya no quedaba nada, o eso es lo que parecía porque desde la campa parecía que el Aratz estaba ahí al lado. Pero lo que yo no sabía es que quedaba lo peor.

El tramo final comenzó bien por una senda marcada entre árboles que a medida que avazábamos iban desapereciendo. Llegamos a un punto donde ya teníamos de frente la mole rocosa del Aratz y el camino se empezaba a complicar porque las señales no estában muy claras. Según las indicaciones que mis mamis llevaban parece ser que teníamos que subir de frente por unas rocas para encontrar una tal "cicatriz" que era por donde había que subir. La idea de subir por medio de las piedras no le debió de hacer mucha gracia a Teresa que pensó que lo mejor era, ante todo, atarse bien las botas por si acaso, así que paramos un segundo para ello. Mientras yo me dediqué a observar el paisaje de la zona, y de paso a olisquear a ver si había algo de caza....no ví nada.

Ya con las botas bien atadas decidieron hacer lo que ponía en el libro y comenzaron a subir por el medio en busca de la famosa cicatriz. A decir verdad, yo creo que no tenían ni idea de por dónde había que ir así que yo fuí de guía.

Fuí tirando de ellas monte arriba hasta que llegamos a un punto donde ya a las chicas les pareció raro que hubiese que ir por ahí y me hicieron pararme para "pensar". Observando a los lados de repente encontraron la "cicatriz" que estaba a nuestra derecha, pero para llegar a ella había que bajar un poco por medio de las rocas echando mano (echando mano ellas, yo echando cojones). Así que decidieron bajar y yo me acojoné, no quería bajar, me daba miedo.

Conseguí bajar o mejor dicho consiguieron bajarme a empujones, y cuado ví por dónde teníamos que subir... ¡qué pasada!, por lo menos las vista eran impresionantes.

El camino era muy pedregoso, se me clavaban las piedras en las almohadillas, además de vez en cuando me resbalaba, era horrible, y encima el calor que hacía...

Cuando ya casi habíamos llegado me vino un regalo del cielo a modo de compensación: UNA LAGARTIJA, me lo pasé pipa persiguiéndola, la tía se escondía entre las piedras y no había manera de pillarla, otro día que vuelva ya la pillaré, seguro.

Llegamos a la cruz. Mientras éstas se hacía fotos yo seguí buscando a la lagartija, estába convencida de que ella también había subido.

La dí por perdida. Elena y Teresa sacaron sus bocatas, y cuando ya tenía asumido que a mi no me iban a dar ni un trozo porque ya había comido me acerqué al borde y aluciné con las vistas de ese monte. Ese día me enamoré del Aratz

Así que me senté mientras comían a observar el paisaje e intentar adivinar por dónde habíamos venido. ¿Eso de ahí abajo será Araia?